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Uruguay elige a su próximo presidente en una reñida segunda vuelta

Los uruguayos comenzaron a votar el domingo para elegir a su próximo presidente en la segunda vuelta de una reñida carrera entre moderados que cierra un año de grandes elecciones a nivel global.

La contienda en el país de 3.4 millones de habitantes se definirá entre el candidato de la oposición de centroizquierda, Yamandú Orsi, y el candidato conservador de la continuidad, Álvaro Delgado, quien cuenta con el respaldo de un aliado que obtuvo la tercera posición en la primera vuelta.

Los últimos sondeos de opinión sugieren que los resultados serán muy reñidos, con menos de 25,000 votos de diferencia entre ambos.

A diferencia de las recientes elecciones polarizadas entre derecha e izquierda en Argentina, Brasil o México, el panorama político uruguayo está relativamente libre de tensiones, con importantes coincidencias entre las coaliciones conservadoras y liberales que compiten por el cargo, lo que resta algo de emoción al resultado final del domingo.

El alto costo de vida, la desigualdad y la violencia figuran entre las principales preocupaciones de los uruguayos, pero la inflación ha ido bajando antes de las elecciones y tanto el empleo como los salarios reales están creciendo.

Los colegios electorales abrieron a las 08:00 hora local (1100 GMT) y cerrarán a las 19:30 (2230 GMT). Los primeros resultados se esperan dos horas más tarde.

Orsi, quien ha prometido un enfoque político de «izquierda moderna», obtuvo el 43.9% de los votos en la primera ronda de octubre para el Frente Amplio, en tanto Delgado tuvo el apoyo de un 26.8% de los electores.

Pero Delgado cuenta con el respaldo del conservador Partido Colorado, que junto a su Partido Nacional sumó casi el 42% de los votos. Los dos partidos hicieron lo mismo en 2019, cuando ganaron las elecciones.

Orsi ha asegurado que no planea un cambio brusco de política en el país tradicionalmente moderado. Delgado, en tanto, pidió a los votantes que «vuelvan a elegir a un buen gobierno», tratando de aprovechar la popularidad del presidente Lacalle Pou, que constitucionalmente no puede presentarse a la reelección inmediata.

Rubén Parada, un trabajador de la construcción de 44 años que vive en Montevideo, dijo que votó por Orsi porque el Frente Amplio tiene «cercanía con la gente, con el pueblo, con las personas que estamos más vinculados con el tema de no pensar tanto en la riqueza».

Ninguna de las dos coaliciones tiene mayoría absoluta en la Cámara Baja tras las elecciones de octubre, pero el Frente Amplio de Orsi obtuvo 16 de los 30 escaños del Senado. Orsi argumenta que su mayoría en el Senado lo sitúa en mejor posición para dirigir el próximo gobierno.

Ambos contendientes esperan atraer a aproximadamente el 8% de los votantes de la primera vuelta que se decantaron por partidos más pequeños y no alineados, así como a los que no acudieron a las urnas en octubre.

Pero ninguno de los dos ha hecho nuevas promesas en las últimas semanas para atraerlos, y los encuestadores dicen que el debate televisado del 17 de noviembre parece haber tenido poco impacto.

Jaqueline Fleitas, de 38 años, votó por el partido gobernante por considerar que «hicieron grandes cambios que en 15 años el Frente Amplio no concretó, por ejemplo hacer el Hospital del Cerro (en Montevideo). Nos quedan cinco años más para seguir trabajando».

Una de las cuestiones que se plantean al final del mayor año electoral de la historia es si Uruguay logrará superar la tendencia mundial de pérdida de votos de los partidos en el poder en comparación con las elecciones anteriores.

Sin embargo, la solidez de la economía uruguaya podría ayudar a Delgado el domingo: «Hay pocos indicios de que los votantes estén clamando por un cambio político significativo», dijo el analista uruguayo Nicolás Saldías, de Economist Intelligence Unit.