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Trump miente sobre los migrantes: el daño de estigmatizar a los deportados colombianos

“Asesinos, narcotraficantes, delincuentes de algún tipo, mafiosos o pandilleros”, así se refirió el expresidente Donald Trump a los 210 migrantes que llegaron este martes a Colombia tras el “impasse” con su homólogo colombiano, Gustavo Petro, en el que ambos cedieron después de estar al borde de una crisis diplomática profunda.

Trump no dudó un segundo en su discurso, pronunciado en Doral, Florida —donde lo acompañaba el secretario de Estado, Marco Rubio—, sobre la veracidad de sus afirmaciones, que no solo son falsas, sino altamente nocivas para estos migrantes retornados.

La falsedad de estas afirmaciones fue confirmada de primera mano por las principales instituciones colombianas en temas de política exterior: Migración Colombia y la Cancillería. A través de una declaración pública, Martha Hernández, directora de Migración Colombia, y el titular de Relaciones Exteriores, Luis Gilberto Murillo, informaron que ninguno de los repatriados tiene pendientes con la justicia colombiana o estadounidense. Según los datos, del grupo de más de 200 personas, 26 eran niños.

Además, es fácil desmentir estas afirmaciones con los datos del Servicio de Inmigración y Aduanas de Estados Unidos (ICE, por su sigla en inglés). Entre los filtros de información disponibles, más de la mitad de los más de 30.000 migrantes deportados desde 2020 aparecen reportados bajo la categoría de “Otra violación migratoria”, mientras que un pequeño porcentaje corresponde a “Cargos criminales pendientes” y otro a “Con condena penal”. Todo esto, en el sistema penal estadounidense, valga aclarar.

Sin embargo, la categoría de “Otra violación migratoria” no hace referencia a ningún delito. No implica ningún cargo, ni activo ni pendiente. Según expertos en temas migratorios consultados para este análisis, de ninguna forma estas personas pueden ser consideradas criminales bajo esta clasificación. Varios de los deportados el martes manifestaron, por ejemplo, que fueron expulsados tras acudir a las autoridades para iniciar un proceso de solicitud de asilo, sin éxito. Algunos ni siquiera alcanzaron a entrevistarse con un juez.

“Podría tratarse de personas que ya fueron deportadas y regresaron a Estados Unidos, por ejemplo, o de gente que incumplió las condiciones de su visa, como trabajar más horas de las permitidas o no renovarla. Es gente que no tiene ninguna condena criminal —es decir, no fue encontrada culpable— ni está esperando un juicio”, afirmó un experto que prefirió no ser citado directamente.

Un dato particular es que, durante la jornada, la página de ICE que muestra estas estadísticas presentó fallas en su funcionamiento, y para el cierre de esta edición no era posible consultar nuevamente la información presentada en este análisis.

El daño ya está hecho al mentir sobre los deportados

Aunque es verificable que nada de lo que dijo Trump es cierto, también es fácil que mucha gente se quede con su versión y comience a replicarla, convirtiéndola en un bulo.

“La evidencia que tenemos sobre las narrativas de la migración nos muestra que la información con un tinte negativo sobre personas migrantes genera dos fenómenos. Primero, se replica muy rápido y casi sin filtro. Segundo, provoca respuestas muy emocionales en las personas. Es decir, si le dices a alguien, como en este caso, que un avión estaba lleno de delincuentes, lo que cualquier persona cree inmediatamente, sin pasar por ningún filtro, es que efectivamente vaciaron una cárcel, llenaron un avión y lo enviaron con estas personas”, explica Catalina Arenas-Ortiz, gerente de proyectos sobre migración en Logotipo de Equilibrium Social Development Consulting.

Este estigma puede dificultar la reintegración de estas personas a la sociedad colombiana ahora que están de regreso al país. Varios de ellos incluso pasaron por situaciones difíciles mientras completaban el trámite de deportación.

“Que no dejen a los demás allá, el trato es horrible”, fue el llamado de Carlos, uno de los ciudadanos devueltos en el avión de la Fuerza Aérea, al ser consultado por Blu Radio. Durante los 15 días que estuvo en proceso de deportación, asegura que recibieron comida en mal estado y que incluso su hijo menor de edad fue esposado. Según él, su única falla fue tratar de entrar a Estados Unidos de forma “indebida” con el deseo de “salir adelante”.

Claro está que cada caso es una historia diferente, y otros deportados cuentan que solo los esposaron por protocolo, como suele ser costumbre en estos vuelos, que datan de las épocas de Barack Obama y Juan Manuel Santos, hace más de 10 años.

“Hay un recelo muy importante cuando las personas entran en procesos de integración económica. Buscar trabajo nuevamente, contar toda su historia y demás resulta muy difícil. Asimismo, ese relato de que hubo algún proceso o tramo de irregularidad en su llegada a Estados Unidos es un tema incómodo de abordar, especialmente al tratar de reincorporarse al mercado laboral u otras actividades”, explica Arenas.

También señala que, por las particularidades de la ruta migratoria en América, discursos como el de Trump o posiciones tan radicales complican áreas en las que sería mucho más beneficiosa la cooperación. Cita como ejemplo la crisis en Necoclí, Antioquia, en 2020, cuando Panamá bloqueó el paso de migrantes, lo que generó un atasco de cientos de personas en la ruta hacia Estados Unidos.

Es poco probable que Trump se retracte. Por el contrario, buscará frenar a toda costa el flujo de migrantes hacia EE. UU., a lo que llama una “invasión”. Con este panorama, queda en manos de los países emisores y de tránsito de migrantes hacer lo posible por brindar asistencia que contrarreste esta ofensiva y, de paso, aprovechar cada espacio de cooperación que se presente.