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A ritmo de mariachi: El efecto tequila

La geopolítica está agitada en esta década

El 1° de julio de 2018, un tsunami inundó el Zócalo de la Ciudad de México y las demás 31 entidades estatales de México con la elección de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) con una altísima votación, histórica, que alcanzó los 30,1 millones de votos (53%), algo inédito en las elecciones presidenciales mexicanas. En esa ocasión también los Diputados(as) y Senadores(as) de la coalición pro AMLO para el trienio 2018-2021 alcanzaron la mayoría simple de ambas cámaras. El 2 de junio de 2024, un huracán categoría 5 arrasó con la elección presidencial con la candidata Claudia Sheinbaum, quien logró casi 36 millones de votos (59,75%), obteniendo las mayorías calificadas (2/3) de las cámaras de Diputados(as) y Senadores(as) para el trienio 2024-2027.

Un triunfo tan arrollador y contundente no lo vaticinaron ni siquiera los más férreos partidarios del Movimiento de la Cuarta Transformación de la vida pública de México (4T), que son la enorme base de apoyo popular de la Coalición Sigamos Haciendo Historia, que aglutina a los partidos MORENA, Verde Ecologista y Del Trabajo (MORENA + Verde + PT), movimiento que lidera AMLO desde 2011 cuando fundó MORENA como asociación civil y a partir de 2015 como partido político.

“El efecto tequila” le recuerda al pueblo mexicano una triste faceta de su historia reciente, a fines del siglo XX, en el lapso de transición de los gobiernos de los neoliberales Carlos Salinas y su sucesor Ernesto Zedillo, cuando ocurrió “el error de diciembre” de 1994, aunque “se consumó” en la administración Zedillo a principios de 1995. Ese costosísimo error produjo una gigantesca devaluación del peso frente al dólar y una inflación criminal que dejó a millones de mexicanos de clase media y baja en la ruina, de un día para otro. Las causas del error de diciembre, que no vamos a comentar aquí, de alguna manera impactaron las economías latinoamericanas más grandes y sacudió también negativamente sus mercados con eso que en otros países llamaron “el efecto tequila” (también llamado “el error de diciembre”).

Entonces, jugando un poco con los conceptos y tratando de ser creativos con esa “metáfora” del efecto tequila, queremos pensar que la gigantesca victoria electoral de Claudia Sheinbaum y la Coalición Seguimos Haciendo Historia, está afectando a países emblemáticos de Europa donde el Partido Laborista (socialdemócrata) aplastó a la derecha conservadora en Reino Unido, mientras la izquierda coligada en el Nuevo Frente Popular en Francia derrota a la derecha; aunque en Rusia el presidente conservador de derecha Vladimir Putin renovó su mandato en las urnas por 4 años más, esa es otra historia; en Eslovaquia, Robert Fico gana en una coalición de socialdemócratas que curiosamente reúne a dos partidos de centro con uno minoritario de derecha. Parece que electoralmente el efecto tequila sacude también Europa. (Ya en noviembre 2023 en España, Pedro Sánchez había logrado su reelección frente a la derecha del Partido Popular aliada vergonzosamente con la ultraderecha de Vox, pero ahora Sánchez se alía al PP de forma impensable).

La reelección de Putin no es novedad ni tampoco tiene que ver nada con el avance de la izquierda ni el “efecto tequila”, obviamente, pero sucedió en Europa y por eso lo mencioné; pero sí son novedad y hasta sorpresas los triunfos de Robert Fico en Eslovaquia, Keir Starmer en Reino Unido, y Jan-Luc Mélenchon en Francia (aunque no se sabe si Macron lo llamará como primer ministro a formar gobierno, pero es indudable que su caudal electoral fue un enorme triunfo y un detente a la derecha francesa).

De paso, Jan-Luc Mélenchon y AMLO son buenos y viejos amigos de luchas, y el francés ha estado en México muchas veces, donde ha dictado conferencias y ha participado en foros partidarios de MORENA hablando un perfecto y fluido español.

La oposición está en el proceso de duelo

El duelo se compone de las conocidas 5 fases: la negación, la ira, la negociación, la depresión y la aceptación. La derrotada (aplastante) a la oposición política mexicana a AMLO y “su delfina” Sheinbaum, parece que todavía tiene a muchísimos opositores en las dos primeras fases del proceso, porque sus representantes o líderes más notables y todo el coro de opinadores de la prensa comercial que han sido siempre opositores a AMLO se la pasan entre la negación y la ira por los resultados apabullantes del 2 de junio. No logran entender. No entienden qué pasó. Los atropelló un bus y no pudieron ni anotar el número de placa.

A diario se escucha en la Comisión Permanente del Congreso mexicano a los opositores reclamando desde un fraude electoral imaginario, hasta maniobras maquiavélicas del gobierno de AMLO para favorecer a la candidata Sheinbaum y otras tesis delirantes similares, entre ellas el fallido argumento de que esta elección fue “una elección de estado”… Siguen desquiciados. Y los principales líderes de los partidos PAN y PRI ni de lejos hablan de una auto crítica o de reformas en la dirigencia o al interior de sus partidos.

El otro partido de la coalición de derecha aplastada en la elección de junio, el PRD (Partido de la Revolución Democrática) que fuera fundado por un gran líder de la izquierda mexicana en los años 90, el Ing. Cuauhtémoc Cárdenas, partido que incluso AMLO presidió a fines de los 90, a partir de 2012 se alejó de sus principios ideológicos fundadores y se ubicó al espectro político de la derecha mexicana e incluso se alió en 2021 con las fuerzas de sus enemigos históricos: PRI y PAN, actualmente representantes de la derecha mexicana. Tal es su descrédito que en estas elecciones no obtuvo ni de cerca la votación mínima del 3% necesaria para mantener su registro electoral como partido político ante el Instituto Nacional Electoral (INE), quien ya inició el trámite legal para su des inscripción electoral, lo que conlleva su muerte política.

¿Qué es una elección de estado?

Recordemos que en la historia política mexicana, desde 1928 hasta el año 2000, un solo partido mantuvo la hegemonía y el control del aparato del estado: el Partido Revolucionario Institucional (P.R.I.), que gobernó más de 70 años durante el siglo XX, perdió el gobierno entre 2000 y 2012 a manos del Partido Acción Nacional (P.A.N., su tradicional opositor desde 1938) y retomó el gobierno entre 2012-2018 con su peor exponente, Enrique Peña Nieto, quien fuera un invento y una imposición del poder de Televisa, en su última ocasión en que manejó la política mexicana a su antojo, inventando para esa elección de 2012 la candidatura de Peña Nieto condimentada con un novelón, tipo culebrón de TV: un romance con la actriz de telenovelas (de Televisa) Angélica Rivera conocida como “La gaviota”, y una historia de amor que consumaron con un matrimonio para la TV, todo un verdadero montaje para consumo de masas, ya que al finalizar su gobierno se consumó también el divorcio de “la pareja de ensueño” que fabricó Televisa para ganar en 2012, también de la mano con el fraude electoral que se realizó mediante la compra de votos, financiados con los sobornos de Oderbrecht que, inicialmente, aportó US$10 millones para financiar la campaña de Peña. La denuncia ante el Instituto Nacional Electoral (INE) de la compra masiva de votos, fue desestimada muchos años después porque “no se logró demostrar el hecho delictivo” (sic) a pesar de toda la documentación y alegatos contra esa elección fraudulenta y la misma confesión de Oderbrecht que reconoció haber sobornado a Peña Nieto para obtener luego jugosos contratos durante su gobierno, como finalmente sucedió.

La elección de estado, en manos del PRI, consistía en que el aparato de gobierno controlaba todos los aspectos de una elección presidencial: el poder del aparato del PRI era omnipresente en todos los estados y en cada casilla electoral, donde se consumaba todo tipo de fraudes aupados por las autoridades, donde se manejaban las urnas y las papeletas –votos– al antojo de las autoridades, con dineros del crimen organizado (incluyendo al narcotráfico pero no solo ese) financiando candidaturas y campañas donde regalaban “despensas” (productos alimenticios) y todo tipo de materiales de construcción y también dinero en efectivo para comprar votos; donde “embarazaban” las urnas o las desaparecían o las quemaban, según el caso y donde al final, era en la misma secretaría de Gobernación donde se contaban los votos y s declaraba al ganador de la contienda electoral. Es decir, el gobierno federal tenía un control absoluto de todo el proceso de la elección y definía quién era el ganador.

Esa “elección de estado” fue muy bien definida por el expresidente del INE, Lorenzo Córdova –un férreo opositor al gobierno de AMLO y en general de la 4T–, en un programa televisivo de análisis y comentarios electorales a través del medio opositor LatinUS. Ahí se pueden observar a varios opositores recalcitrantes buscando y rebuscando “argumentos” para sostener que sí hubo una elección de estado, torciendo los hechos y tratando de elaborar un discurso coherente que el mismo Córdova había señalado como fuera de contexto.

De hecho, se presentaron una serie de denuncias de los opositores, alegando fraudes electorales de todo tipo, pero una a una han sido rechazadas por inconsistentes y falta de pruebas, excepto la denuncia de MORENA sobre el presunto fraude electoral cometido en Jalisco en la elección del gobernador, la cual parece que podría resolver favorablemente el Tribunal Electoral de la Federación (TEPJF), declarando nula la elección y ordenando una nueva votación para gobernador(a).

La reforma judicial

El tema que domina todas las discusiones en radio, televisión y en ríos de tinta que corren en los periódicos y revistas impresos y en otros medios digitales, es el de la reforma al Poder Judicial que está impulsando la Coalición Seguimos Haciendo Historia y el punto álgido es, la conformación del Poder Judicial: la Suprema Corte de Justicia, el Tribunal Electoral, los Tribunales de Circuito (Colegiados y Unitarios), los Juzgados de Distrito y el Consejo de la Judicatura Federal: AMLO propuso que sean electos por voto popular y eso ha desatado la furia de la oposición, de los altos funcionarios del Poder Judicial afectados y de la mayoría de los medios de prensa opositores a AMLO.

Pero la reforma propuesta va mucho más allá de solamente la elección de esas autoridades judiciales y toca también a la Judicatura Federal, puesto que hoy la Corte y la Judicatura están dirigidas por la misma persona, la presidenta de la Suprema Corte y sus funciones administrativas sancionatorias son casi nulas y eso permite un ambiente de impunidad que permite a los ministros(as), magistrados y jueces todo tipo de conductas ilícitas, resoluciones anti jurídicas, actuaciones y resoluciones ultra petita y una larga lista de actos de corrupción que desde hace décadas se denuncian pero no tienen ninguna consecuencia.

La reforma quiere ponerle plazos para resolución de 6 meses y 1 año a procesos específicos, sean penales, administrativos, familiares, fiscales, etc. Porque México es el único país del mundo donde existe una población de miles de personas privadas de libertad (prisioneras) con más de 10 años de guardar prisión preventiva sin juicio ni condena, que representan un 40% de toda la población encarcelada, bajo la orden de prisión preventiva oficiosa pero miles de ellas, sin fundamento o razón alguna.

Así, hay muchas otros aspectos que la reforma judicial quiere cambiar, mejorando, y que se discuten arduamente en decenas de foros del Parlamento Abierto que ha convocado el Congreso de la Unión. Ni se diga la eliminación de los descarados salarios y beneficios adicionales que se auto autorizaron los magistrados(as) de la Suprema Corte; el detalle de todos esos excesos que son ofensivos para el pueblo de México los reseñamos en un artículo anterior sobre este odioso tema.

La meta que se han propuesto los legisladores oficialistas en el Congreso, es tramitar toda la reforma al Poder Judicial entre julio y agosto de 2024 para que, al iniciar la nueva legislatura el 1° de setiembre, con una integración producto de la reciente elección del 2 de junio, se conforme la mayoría calificada de ambas cámaras (Diputados y Senadores) y se pueda aprobar sin dilaciones las reformas constitucionales que soporten todas las modificaciones que implicará la reforma judicial y que esa tarea se concluya y se apruebe definitivamente durante el último mes de gobierno de AMLO, quien entregará la banda presidencial a su sucesora, Claudia Sheinbaum, el 1° de octubre de 2024, fecha en que AMLO anuncia que se acogerá a su jubilación y se retirará a escribir un nuevo libro al rancho en Palenque, Chiapas, heredado de su madre Manuela Obrador González.